El objetivo inicial era conseguir regenerar hueso para hacer viable la colocación de implantes dentales en las operaciones de reconstrucción de boca, pero con el tiempo la técnica se extendió al campo de la traumatología con un resultado "espectacular" Desde hace unos años se viene empleando esta técnica para regenerar los tejidos más susceptibles de sufrir lesiones durante la práctica del deporte: huesos, cartílagos, tendones, ligamentos y músculos, en un tiempo más corto de lo previsto. La técnica consiste en la utilización de sangre del propio paciente para procesarla y obtener un plasma rico en factores de crecimiento (proteínas), que se infiltra en la zona que se va a tratar. A partir de ahí, la zona dañada empieza a cicatrizar y, al cabo de siete días, hay un número de células cuatro veces superior que si se hubiera seguido el procedimiento normal trabajando en la herida.
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